Las rutinas son una forma de enseñarle a un niño, joven y, más adelante, adulto cuáles son sus derechos y deberes, a respetar los límites, a contar con la seguridad necesaria para obtener, de manera responsable, lo que desea, a ser disciplinado, organizado y a vivir sanamente en una sociedad.
Sí, todo esto se logra cuando al niño se le enseña a dormir a determinada hora, a comer en lugares precisos y con horarios más o menos fijos, a cuidar su cuerpo, a asearlo, a hacer de los hábitos cotidianos de aseo, alimentación y sueño momentos que se comparten con los padres y que se cumplen a diario con amor por sí mismos y por los demás. Antes se pensaba que estos hábitos debían ser impuestos a la fuerza y que hacían del niño un ser disciplinado. Por fortuna hoy se tiene claro que se deben llevar a cabo con amor, con naturalidad y, sobre todo, con el ejemplo. Si los padres comparten estos momentos con los niños, les enseñan muchísimo más que con cantaletas diarias.
Las rutinas hacen parte de un principio de organización mental, de esquemas que permiten que el niño entienda y aprenda que existe un momento y un espacio para cumplir determinada conducta como, por ejemplo, comer, dormir, bañarse o lavarse los dientes.
Es en los primeros años de vida cuando se tiene mayor receptividad y se da un aprendizaje duradero, por esto la importancia de enseñarles a través de actos repetitivos y constantes. Con las rutinas, los niños interiorizan tareas elementales y también complejas. Aprenden a guardar sus juguetes después de haberse divertido con ellos, a tocar instrumentos, a practicar deportes e incluso a predecir lo que va a suceder luego de determinada situación; es decir, a relacionar una acción con su consecuencia, explica María Martínez, psicóloga clínica.
Es en los primeros años de vida cuando se tiene mayor receptividad y se da un aprendizaje duradero, por esto la importancia de enseñarles a través de actos repetitivos y constantes. Con las rutinas, los niños interiorizan tareas elementales y también complejas. Aprenden a guardar sus juguetes después de haberse divertido con ellos, a tocar instrumentos, a practicar deportes e incluso a predecir lo que va a suceder luego de determinada situación; es decir, a relacionar una acción con su consecuencia, explica María Martínez, psicóloga clínica.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que todas las personas tienen unos rasgos temperamentales que los identifican y que reflejan la forma en la que pueden llegar a reaccionar con respecto a una situación determinada. Es importante que los padres identifiquen cuál es el carácter de sus hijos, y cuál será entonces la mejor manera de aplicar rutinas. Unos niños requieren más paciencia que otros, algunos aprenden más fácilmente.
Además, no todas las familias son iguales. Cada una debe respetar su propia forma de ver la vida y su estilo de convivencia, pero sí es clave que los padres sean conscientes de la importancia de las rutinas y de compartirlas con los hijos.
Además, no todas las familias son iguales. Cada una debe respetar su propia forma de ver la vida y su estilo de convivencia, pero sí es clave que los padres sean conscientes de la importancia de las rutinas y de compartirlas con los hijos.
Cuando los niños han crecido un poco, es bueno que los padres disfruten aunque sea una comida del día con sus hijos. También pueden inventarse rutinas como leer antes de dormir, o conversar siempre cinco minutos luego de la comida, o contarse el día por teléfono una vez el niño llega a la casa. Todas estas formas de relacionarse que se hacen cotidianas y repetitivas le ayudan al niño a organizarse en su vida.
Alimentación:
Durante los primeros seis meses de vida, por lo general los niños se alimentan de leche materna; una vez introducidos nuevos alimentos, es bueno empezar a organizar al bebé. En primer lugar, la hora de la comida no debe ser una batalla; y ser constantes en el horario y lugar donde se brindan los alimentos. El horario es vital porque organiza los procesos biológicos en todo lo relacionado con el sistema gastrointestinal y nutricional.
Evite los espacios distintos al comedor, para que el niño asocie este lugar con alimentación; que nunca coma frente al televisor, menos con juguetes. La comida no debe ser premio o castigo; tampoco una forma de entretención.
Evite los espacios distintos al comedor, para que el niño asocie este lugar con alimentación; que nunca coma frente al televisor, menos con juguetes. La comida no debe ser premio o castigo; tampoco una forma de entretención.
Sueño:
El número de horas de sueño está directamente relacionado con el desempeño académico, la capacidad de concentración y de resolución de problemas, entre otras cosas.
El pequeño debe aprender a reconocer que su cuna o cama es sinónimo de reposo. Para eso, el ritmo de vida por las noches debe ser más tranquilo con el bebé; es bueno bajar un poco la luz del cuarto o de la casa en general. Puede bañar al niño antes de dormir, esto lo relajará, o también hacerle un masaje. Acueste a su hijo siempre en su cuna, no lo duerma frente al televisor, mantenga los horarios.
El número de horas de sueño está directamente relacionado con el desempeño académico, la capacidad de concentración y de resolución de problemas, entre otras cosas.
El pequeño debe aprender a reconocer que su cuna o cama es sinónimo de reposo. Para eso, el ritmo de vida por las noches debe ser más tranquilo con el bebé; es bueno bajar un poco la luz del cuarto o de la casa en general. Puede bañar al niño antes de dormir, esto lo relajará, o también hacerle un masaje. Acueste a su hijo siempre en su cuna, no lo duerma frente al televisor, mantenga los horarios.
Higiene y orden:
Los hábitos de aseo garantizan la salud de los seres humanos, mejoran la apariencia personal y, a su vez, permiten tener una mejor aceptación en una comunidad. Es posible que en algunos casos resulten aburridas para el menor, por lo que será responsabilidad de los padres hacer de estas unas actividades divertidas. Juéguele mientras lo baña, invente historias para mostrar los problemas que trae no lavarse los dientes, por ejemplo.
Recojan juntos los juguetes, deje que él acompañe a sus padres mientras organizan la casa. A medida que crezca, involucre a su hijo en las actividades de aseo diarias de la casa. A los niños les gusta imitar. Pueden bañarse juntos y enseñarle a limpiar su cuerpo.
Los hábitos de aseo garantizan la salud de los seres humanos, mejoran la apariencia personal y, a su vez, permiten tener una mejor aceptación en una comunidad. Es posible que en algunos casos resulten aburridas para el menor, por lo que será responsabilidad de los padres hacer de estas unas actividades divertidas. Juéguele mientras lo baña, invente historias para mostrar los problemas que trae no lavarse los dientes, por ejemplo.
Recojan juntos los juguetes, deje que él acompañe a sus padres mientras organizan la casa. A medida que crezca, involucre a su hijo en las actividades de aseo diarias de la casa. A los niños les gusta imitar. Pueden bañarse juntos y enseñarle a limpiar su cuerpo.
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